Pocos y dispersos. Las características territoriales y demográficas de Aragón se notan desde la escuela. Pese a que el 83% de los municipios de la Comunidad cuentan con una, muchos subsisten con menos alumnado del que cualquier centro de la ciudad concentra en un solo aula. En concreto, 310 colegios empezarán el próximo martes el curso con menos de 20 alumnos. Y como casos extremos, entre estos se encuentran una centena que ni siquiera llegan a los diez y tienen de media siete niños.
Aragón cuenta en total con 700 escuelas, pero muchas de ellas son Centros Rurales Agrupados (CRA), es decir, que tienen un colegio base del que dependen unas cuantas unidades repartidas por pequeños pueblos. Gran parte de las aulas con baja densidad de alumnos corresponden a esas unidades.
En el resto del país, casi de forma generalizada, estas cifras llevarían a la Administración educativa competente a decretar el cierre de la escuela (se hace normalmente cuando se baja de 15 menores). En Aragón, las normas son más flexibles para responder a las peculiaridades geográficas y en algunos casos se llegan a mantener centros abiertos con solo tres niños. Ocurre, por ejemplo, cuando el pueblo en el que se encuentra el colegio tiene problemas de comunicación que hacen difícil el traslado de los pequeños a escuelas de otras localidades.
Antes de cerrar una escuela, la Administración tiene también en cuenta el futuro demográfico del pueblo, esto es, si en la localidad hay niños pequeños que lleguen a la edad escolar en los próximos años. Cuando no se cumplen estos requisitos, no queda otro remedio que clausurar las aulas. Así ocurrirá este curso en la localidad zaragozana de Mezalocha, donde el año pasado estudiaban cuatro niños. En septiembre, tres de ellos pasarán al instituto y en primaria se quedará solo una menor. Mantener el centro con una alumna resulta inviable y la niña tendrá que recorrer a diario los cinco kilómetros que distan desde su pueblo hasta Muel, donde seguirá sus estudios.
Parecido panorama se vivirá en el colegio unitario de Villacarli. Las aulas de este centro situado en el municipio de Torre la Ribera se quedan solo con tres niños, tras la marcha de una familia de la zona que tenía tres hijos en edad escolar.
Los pequeños que se quedaban, uno en sexto, otra en cuarto y un último en tercero, eran de pequeñas aldeas situadas cerca del pueblo como Visalibons y Magarrofas. Podrán escolarizarse en la Puebla de Roda, un colegio que también pertenece al Colegio Rural Agrupado de la Baja Ribagorza y que está situado a tan solo 10 minutos de Villacarli.
Transporte y comedor gratuito
La desaparición de un colegio supone siempre un drama para el pueblo, las familias y la Administración, por lo que la clausura se produce solo cuando es inevitable o así lo quieren los padres. En ocasiones sucede que los municipios tienen niños suficientes para mantener vivo un centro, pero las familias prefieren llevar a sus hijos a una localidad cercana. En estos casos, la DGA les proporciona los servicios de comedor y transporte de forma gratuita. Si los desplazamientos no se pueden realizar con un transporte escolar, se estudian medidas para subvencionar estos traslados (a través de contratos con taxistas de la zona, por ejemplo).
Desde el Departamento de Educación insisten en recordar que, aunque en ocasiones se clausuren centros, suele ocurrir también que otros abren sus puertas tras pasar un tiempo inactivos. En los últimos años esto ha sucedido en Gistaín, Aineto, Argente o Camarena de la Sierra, por ejemplo. Como caso particular, en la localidad zaragozana de Villafeliche, las aulas se reabrieron hace cuatro cursos y ahora cuentan ya con 6 niños matriculados.
El número de los centros rurales que se mantienen abiertos con pocos alumnos apenas ha variado durante los últimos años, aunque cambian los colegios, porque algunos cierran definitivamente por falta de alumnado (los chavales pasan al instituto correspondiente) y aparecen otros que reabren sus puertas con la llegada de nuevos niños.
Fuente: Heraldo